Bandera Reichstag

Bandera Reichstag

viernes, 27 de abril de 2007

Del Pasar de Largo

Así, atravesando lentamente muchos pueblos y muchas ciudades volvía Zatatustra,
dando rodeos, hacia sus montañas y su caverna. Y he aquí que también llegó, sin darse
cuenta, a la puerta de la gran ciudad. pero allí un necio cubierto de espumarajos saltó
hacia él con las manos extendidas y le cerró el paso. Y éste era el mismo necio que el
pueblo llamaba «el mono de Zaratustra»: pues había copiado algo de la construcción y
del tono de sus discursos y le gustaba también tomar en préstamo ciertas cosas del tesoro
de su sabiduría. Y el necio dijo así a Zaratustra:
«Oh, Zaratustra, aquí está la gran ciudad: aquí tú no tienes nada que buscar y todo queperder.
¿Por qué querrías vadear este fango? ¡Ten compasión de tu piel! Es preferible que escupas a la puerta de la ciudad - ¡y te des la vuelta!
316.
Aquí está el infierno para los pensamientos de eremitas: aquí a los grandes pensamientos se los cuece vivos y se los reduce a papilla.
Aquí se pudren todos los grandes sentimientos: ¡aquí sólo a los pequeños sentimientos muy flacos les es lícito crujir!
¿No percibes ya el olor de los mataderos y de los figones del espíritu? ¿No exhala esta ciudad el vaho del espíritu muerto en el matadero?
¿No ves pender las almas como pingajos desmadejados y sucios? - ¡Y hacen hasta periódicos de esos pingajos!
317.
¿No oyes cómo aquí el espíritu se ha transformado en un juego de palabras? ¡Una repugnante enjuagadura de palabras vomita el espíritu! - ¡Y hacen hasta periódicos con esa enjuagadura de palabras!
Se provocan unos a otros, y no saben a qué. Se acaloran unos con otros, y no saben para qué. Cencerrean con su hojalata, tintinean con su oro.
Son fríos y buscan calor en los aguardientes; están acalorados y buscan frescura en espíritus congelados; todos ellos están enfermizos y calenturientos de opiniones públicas.
Todos los placeres y todos los vicios tienen aquí su casa; pero también hay virtuosos aquí, hay mucha virtud obsequiosa y asalariada:
Mucha virtud obsequiosa, con dedos de escribano y con un trasero duro a fuerza de aguardar, bendecida con pequeñas estrellas para el pecho y con hijitas rellenadas de paja y carentes de culo.
También hay aquí mucha piedad, y mucho crédulo servilismo, y mucho adulador pasteleo ante el dios de los ejércitos
318 .
«De arriba» es de donde gotean, en efecto, la estrella y el esputo benigno; hacia arriba se levanta anheloso todo pecho sin estrellas
319.
La luna tiene su corte, y la corte tiene sus imbéciles: mas a todo lo que viene de la corte le imploran el pueblo de mendigos y toda obsequiosa virtud de pordioseros.

«Yo sirvo, tú sirves, nosotros servimos»
320- así eleva sus plegarias al príncipe toda virtud obsequiosa: ¡para que la merecida estrella se prenda por fin al estrecho tórax!
Mas la luna continúa girando en torno a todo lo terreno: así continúa girando también el príncipe en torno a lo más terreno de todo -: y eso es el oro de los tenderos.
El dios de los ejércitos no es el dios de las barras de oro; el príncipe propone ¡pero el tendero - dispone!
¡Por todo lo que en ti es luminoso, y fuerte, y bueno, oh Zaratustra! ¡Escupe a esta ciudad de tenderos y date la vuelta!
Aquí toda sangre corre perezosa y floja y espumosa por todas las venas: ¡escupe a la gran ciudad, que es el gran vertedero donde espumea junta toda la escoria!
Escupe a la ciudad de las almas aplastadas y de los pechos estrechos, de los ojos afilados, de los dedos viscosos
- a la ciudad de los importunos, de los desvergonzados, de los escritorzuelos y vocingleros, de los ambiciosos sobrerecalentados: -
- en donde todo lo podrido, desacreditado, lascivo, sombrío, superputrefacto, ulcerado, conjurado supura todo junto: -
- ¡escupe a la gran ciudad y date la vuelta!» - -

Pero aquí Zaratustra interrumpió al necio cubierto de espumarajos y le tapó la boca.
«¡Acaba de una vez!, gritó Zaratustra, ¡hace ya tiempo que tus palabras y tus modales me producen náuseas!
¿Por qué has habitado durante tanto tiempo en la ciénaga, hasta el punto de que tú mismo tuviste que convertirte en rana y en sapo?
¿No corre incluso por tus venas una perezosa y espumosa sangre de ciénaga, de modo que también tú has aprendido a croar y a blasfemar así?
¿Por qué no te has marchado tú al bosque? ¿O has arado la tierra? ¿No está acaso el mar lleno de verdes islas?
Yo desprecio tu despreciar; y puesto que me has advertido a mí, - ¿por qué no te advertiste a ti?
Sólo del amor deben salir volando mi despreciar y mi pájaro amonestador: ¡pero no de la ciénaga! -
Te llaman mi mono, necio cubierto de espumarajos: mas yo te llamo mi cerdo gruñón, con tu gruñido me estropeas incluso mi elogio de la necedad.
¿Qué fue, pues, lo que te llevó a gruñir? El que nadie te haya adulado bastante: - por eso te pusiste junto a esta inmundicia, para tener motivo de gruñir mucho, - ¡para tener motivo de vengarte mucho! ¡Venganza, en efecto, necio vanidoso, es todo tu echar espumarajos, yo te he adivinado bien!
¡Pero tu palabra de necio me perjudica incluso allí donde tienes razón! Y si la palabra de Zaratustra tuviese incluso cien veces razón: ¡con mi palabra tú siempre harías - la sinrazón!
Asi habló Zaratustra; y contempló la gran ciudad; suspiró y calló durante largo tiempo
321 . Finalmente, dijo así:
Me produce náuseas también esta gran ciudad, y no sólo este necio. Ni en una ni en otro hay nada que mejorar, nada que empeorar.

¡Ay de esta gran ciudad!
- ¡Yo quisiera ver ya la columna de fuego322 que ha de consumirla!

Pues tales columnas de fuego deben preceder al gran mediodía
323. Mas éste tiene su tiempo y su propio destino.
Esta enseñanza te doy a ti, necio, como despedida: donde no se puede continuar amando se debe - ¡pasar de largo! –

Así habló Zaratustra y pasó de largo junto al necio y la gran ciudad.

316-Remedo del Evangelio de Mateo, 10, 14-15: «Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo sacudíos el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo».
317-Véase, en la primera parte, Del nuevo ídolo, donde Zaratustra emplea una expresión similar para referirse a los periódicos.
318-Expresión de origen bíblico. Véase el Salmo 103, 21: «Bendecid al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplís sus deseos».
319-Un desarrollo de estas ideas puede verse en el 199 de Más allá del bien y del mal. «Arriba» significa aquí el soberano, pero también el cielo; y el «pecho sin estrellas» es aquel en el que no lucen todavía las
condecoraciones.
320-Zaratustra repite aquí lo mismo que ya ha dicho poco antes en De la virtud empequeñecedora, 2.
321-En el Evangelio de Lucas, 19, 41, aparece una escena parecida, en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén sobre un pollino: «Así que Jesús estuvo cerca de Jerusalén, al ver la ciudad, lloró sobre ella y dijo: ¡Si también tú comprendieras en este día lo que lleva a la paz! Pero no, no tienes ojos para verlo».
322-Cita de Apocalipsis, 18,16: «¡Ay, ay de la gran ciudad!»
323-Las «columnas de fuego» son imagen bíblica; véase Éxodo, 13, 21: «Iba Jahvé delante de ellos, de día en una columna de nube, para guiarlos, de noche en una columna de fuego, para alumbrarlos».

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